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Este miércoles declaró como testigo Rosario Miguel Muñoz, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el último gobierno militar.
Muñoz manifestó que estuvo privada de su libertad desde el 19 de diciembre 1975 hasta el 8 de junio de 1979, pasando primero por el Departamento de Informaciones (D2) y luego por la Unidad Penitenciaria Nº 1 de Córdoba (UP1).
En su declaración, la testigo dijo haber recibido torturas por parte de militares: “Me llevaron a la sala de tortura y me hicieron todo tipo de tormentos. Pude ver que entre los torturadores había una mujer con tacos aguja que saltaba sobre mi cuerpo. Luego de esto se fueron a comer, volvieron más tarde y siguieron torturándome”.
“En un requisa hicieron despojar a las presas de sus hijos, nos pusieron a todas contra la pared y quedamos expuestas a la vista de todos. Nos hicieron desnudar y en ese momento los niños se pusieron a llorar, por el clima de tensión que había. Nos llevaron a un cuarto y nunca más volvimos a dormir con la luz apagada, comenzaron a darnos bailes, teníamos las rodillas moradas”, recordó la víctima.
Muñoz también señaló al teniente Gustavo Alsina, uno de los acusados, y dijo: “Alsina era súper histérico, lo conocíamos como ‘Remolino’ y nos decía: 'voy a dejar un tendal'”.
Además, la testigo aseguró haber sufrido vejaciones sexuales durante su dentención: “Los militares daban órdenes para que a todas nos hicieran requisas corporales, vejatorias con un contexto sexual”.
“Un día entró un militar a mi celda y me pidió que me bajara la bombacha. ‘Dale, bajate la bombacha’, me decía. Yo no quería. Ese día estaba con la menstruación, le mostré y eso le dio asco, por eso me salvé”, agregó la víctima.
A raíz de ese relato y a instancias del fiscal, Muñoz formuló un pedido para realizar una denuncia penal por los delitos de instancia privada que se cometieron contra su persona en aquellos años.
Declaración de Ríos Barrera
Durante la tarde del miércoles, prestó declaración testimonial Marta Elena Ríos Barrera. Dijo reconocer a los acusados Carlos Yanicelli, Mirta Antón y Miguel Ángel Gómez, y que fue detenida el 30 de octubre de 1975, en el Hotel Nogaró. Manifestó que fue llevada a la D2, donde permaneció detenida tres años. A continuación, parte de su declaración:
“Me acuerdo de Quiroga. Sentía gritos de gente que lloraba y que gritaba. Me decían que si había tenido educación católica ‘como podía esta así’.”
“En ese momento pude identificar a un señor Pucheta, una vez que me llevaron al baño, al señor Jerónimo López.”
“Me acuerdo que en una oportunidad, en lugar de estar en el calabozo, estaba al lado del baño, donde cuidaba a la bebé. Cuando estuve allí, escuché un golpe en la puerta del calabozo. Le avisé al guardia y había un chico que se había ahorcado. Creo que revivió. Un chico con ojos celestes, rubio. Se había atado de los barrotes. Creo que vivió.”
“Según comentarios, era farmacéutico o hijo de un farmacéutico de Córdoba.”
“Yanicelli es la persona que me detuvo. Lo veía en la D2, a veces interrogaba. Me detuvo él y un señor, que le decían ‘Chato’.”
“Me interrogaba Yanicelli y el que escribía era el señor Molina.”
“Me acuerdo de una guardia, donde había uno de apellido Raúl. Él me pegaba y me asustaba. Una de mis defensas era cerrar los ojos y trata de dormir. Estaba en el piso, me levantaba y me paraba. No quería estar parada y me volvía a caer.”
“Había un señor al que le decían ‘El Turco’, ‘Garrafa’, que también supo pegarme enojado, porque había sacado de mi casa una lámpara de pie y cuando la enchufó le dio corriente. De casa desapareció un montón de cosas. Lo de la lámpara lo sé porque él me lo dijo. Vi a gente con ropa de mi casa.”
El Campo de La Rivera
“Calculo que la primera vez estuve una semana, y la segunda vez fue más tiempo. En una oportunidad me tiraron ratas al calabozo y me alumbraban con reflectores de noche en la celda.”
“Las dos veces me llevaron en esos transportes ‘Unimog’. En la segunda oportunidad me desmayé cuando me llevaban esposada, vendada y boca abajo.”
“Al tiempo empecé a enterarme de los falsos traslados de gente que conocía y de gente que no conocía.”
“A ‘Pucheta’ lo conocía de antes. Después me enteré que había muerto. Por cometarios en la misma D2, me dijeron que se había querido escapar o que lo habían querido rescatar, y eso había generado un tiroteo.”
“Me acuerdo que una vez huno un tiro adentro, en un patio. Creo que fue un policía al que le dieron un tiro en una pierna.”
“La cantidad de gente variaba. Creo que para el golpe no había más lugar. Había gente por todos lados. Las esposas se identificaban por número. Las mías eran las número 47.”
“Creo que me llevaron al Campo de La Rivera, como una presión más. A veces me pedían que mantuviera limpios los baños o la cocina, y en alguna oportunidad, baldear los patios.”
“No quedé en buenos términos con la familia de mi ex marido. Sé que había preocupación por lo que yo pudiera decir.”
“Fui discriminada en la ciudad por haber sido presa política. Me fui a Brasil para trabajar en la Cruz Roja, en un programa de refugiados. Al tiempo volví, porque no aguanté más y quería estar con mi familia. Conseguí un trabajo en el Consejo del Menor, pero después me echaron por los antecedentes de presa política. Se acercaron políticos a ayudarme a cambio de afiliarme.”
“Tiempo después, cuando presenté mi currículum en el nivel primario e inicial y pedí el certificado de antecedentes eso se había borrado y pude trabajar. No se si fue por una ley o por qué.”
“Cuando vi a Pucheta estaba parado contra una pared, que daba a la puerta de la cocina. Estaba mojado.
Había un médico, Montoya, creo, a mi me atendió varias veces y lo atendió a mi marido.”
“Conocí a Mónica Cáceres. Estaba detenida en la D2, como yo. Ella tenía su calabozo y yo el mío. Poníamos unos cajones de manzana y nos poníamos a tomar mate y a planificar sobre el futuro.”
“El oficial Esteban era el que traía la comida. Él me llamaba para que le cebe mate y él ponía música. A veces me pidió que le limpiara el cutis y a mi me repugnaba.”
“’Charlie Moore’ ya estaba hace tiempo. Era una persona muy conversadora. Se movía para todas partes. Charlaba, estaba detrás de su juicio, compartíamos libros. Era una persona bastante agresiva y yo la evitaba de todas maneras. Estaba totalmente desequilibrado. Moralmente no comparto sus valores. Intelectualmente era normal, pero nunca lo escuché con algo intelectualmente muy calificado. Era mentiroso. Muy fantasioso.
Mi marido y yo tratábamos de evitarlo, pero él se daba cuenta y se ponía agresivo.”
“En una oportunidad me visitaron mi mamá, mi papá, mi ex suegro, suegra y cuñada.”
“Ya en Brasil, cuando me tomaron declaración, dije que volvería a hacer lo que hice para poder sobrevivir.
Mi ex marido era de la parte de logística del PRT, por eso es que nos buscaban. La casa donde vivía la alquilaba el PRT, al garage lo usaban para guardar autos del PRT. Incluso, en una habitación estaban las chicas fugadas del Buen Pastor. No pregunté, no miré y no espié. Sabía que tenía que respetar esas normas.”
“Tuve una condena de cinco años pero estuve detenida siete, porque después estuve a disposición del Poder Ejecutivo. El defensor era Molina, pero nunca me entrevisté con él.”
“Estando en Devoto fue el juez Zamboni Ledesma. Me comunicó que yo estaba en condición de pedir la libertad condicional, pero estuve dos años más detenida. En ese momento yo no creía en la justicia y sabía que la libertad iba a venir con la democracia.”
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).