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Resumen de la Jornada de capacitación sobre lenguaje y género del Centro de Información Judicial de la CSJN para la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (9 de agosto de 2012)
Docente: Lic. Sebastián Galdós (Licenciado en Letras y Profesor de enseñanzamedia y superior en Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y miembro del Centro de Información Judicial de la CSJN).
Sexo y género
La primera distinción que hay que hacer es entre sexo y género. El sexo, masculino o femenino, es una categoría determinada de acuerdo con criterios biológicos. En cambio, se entiende por género la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de varones o de mujeres.
Androcentrismo y sexismo
El androcentrismo supone considerar a los hombres como el centro y la medida de todas las cosas. Los varones son considerados el sujeto de referencia y las mujeres como seres dependientes y subordinados a ellos.
Por su parte, el sexismo es la asignación de valores, capacidades y roles diferentes a hombres y mujeres, exclusivamente en función de su sexo. El androcentrismo, en contraste con el sexismo, no es tanto una actitud como un punto de vista.
Lenguaje y sexismo
Una lengua no sólo nos permite comunicarnos, sino que también implica para el hablante un conjunto de conocimientos, valores, prejuicios, estereotipos y actitudes que nos sirven para organizar e interpretar nuestras vivencias. Constituye un producto social que acumula y expresa la experiencia de una sociedad concreta y que actúa sobre la forma en que se percibe la realidad. En consecuencia, las relaciones asimétricas que se dan entre los sexos son representadas a través de la lengua.
El género gramatical en español
Muchos hablantes creen que, en español, los géneros gramaticales masculino y femenino se corresponden con los sexos masculino y femenino. En realidad, el género es una categoría gramatical que clasifica a los nombres en masculinos y femeninos; como tal, no se asocia a ninguna realidad extralingüística.
Todos los sustantivos en nuestra lengua poseen género gramatical, tanto si se refieren a cosas como a personas; pero no siempre coincide con el sexo de la persona a la que designan. Así se puede comprobar si observamos los siguientes grupos de palabras cuya relación género-sexo no es unívoca:
a) Existen palabras con género masculino que aluden tanto a los hombres como a las mujeres. Por ejemplo: personaje, bebé, ser.
b) Otras son de género femenino y designan también a los dos sexos. Por ejemplo: persona, víctima, criatura.
c) Algunas tienen una forma única para referirse al femenino y al masculino, en cuyo caso, adquirirán el género de la palabra que las determina (artículo o adjetivo). Por ejemplo: el testigo/la testigo, el colega/la colega.
El masculino genérico
El género masculino en español tiene un valor “específico” (referido exclusivamente a los hombres) y otro “genérico” (referido tanto a hombres como a mujeres); sin embargo, el femenino tiene un único valor “específico” (solo puede emplearse para designar a las mujeres).
Ejemplo de masculino con valor específico:
El juez López analiza la jurisprudencia vinculada al caso.
Ejemplo de masculino con valor genérico:
Un juez estudia las actualizaciones de la doctrina.
Entonces, el masculino genérico es correcto gramatical y lingüísticamente. En cualquier caso, de lo que se trata siempre es de optar por la opción más adecuada al contexto, es decir, la que, sin atentar contra la gramática del español, no margine a la mujer en el discurso.
Sexismo lingüístico
Algunos de los fenómenos más frecuentes son:
Duales aparentes: son palabras con significado distinto según estén en masculino o femenino. Cuando se refieren a una mujer, suelen adquirir un sentido negativo o representar una categoría inferior. Ejemplos: hombre público/mujer pública; gobernante/gobernanta; secretario/secretaria.
Vacíos léxicos: son palabras que no tienen femenino y designan cualidades positivas (ejemplos: caballerosidad, hombría) o aquellas que no poseen masculino y conllevan una carga negativa (ejemplos: arpía, víbora).
Salto semántico: se produce cuando se emplea un vocablo en una frase con apariencia de masculino genérico, pero que es en verdad un específico. Ejemplos:
La gente se deja influir más por sus mujeres que por las encuestas.
El seguro médico cubre a los afiliados. También a sus mujeres.
Asimetría en las fórmulas de tratamiento y cortesía: a veces los formularios y documentos de diverso tipo incluyen solamente formas de tratamiento y cortesía y abreviaturas masculinas. Ejemplos: Señor, Dr., Licdo., etc.
Preferencia en el orden de presentación: si siempre optamos por anteponer el término masculino al femenino (jueces y juezas, funcionarios y funcionarias, etc.), estamos dando preferencia a uno de los géneros.
Recursos y procedimientos para evitar el sexismo lingüístico
Existen numerosos y variados recursos útiles para evitar incurrir en sexismo lingüístico. Recopilamos y comentamos algunas estrategias y procedimientos:
Utilización de genéricos
El español cuenta con los sustantivos genéricos, que, con independencia de su género gramatical, pueden aludir a personas de un sexo o de otro: persona (f.), personaje (m.), víctima (f.), ser (m.).
Empleo de sustantivos colectivos
Los sustantivos colectivos, además de evitar la ambigüedad del masculino genérico, no lentifican el discurso: la ciudadanía/los ciudadanos, el funcionariado/los funcionarios, la juventud/ los jóvenes, etc.
Una función de los jueces, entre otras, es controlar que los derechos de los ciudadanos sean respetados.
Una función judicial, entre otras, es controlar que los derechos de la ciudadanía sean respetados.
Perífrasis
En ciertos contextos, para que el masculino genérico no produzca ambigüedad, hay que optar por giros o perífrasis, como las personas interesadas/los interesados.
Uso de los dos géneros gramaticales: dobles formas o desdoblamientos
Debemos cuidar la alternancia (en unas ocasiones femenino/masculino y en otras masculino/femenino) para no jerarquizar. Debemos optar por este procedimiento solo cuando no encontremos otro recurso, puesto que los desdoblamientos recargan y lentifican la expresión.
Barras
En cualquier tipo de texto, pero sobre todo en planillas y formularios, podemos emplear las barras. Sin embargo, solamente es conveniente utilizarlas cuando no encontremos otra alternativa, ya que dificultan la lectura (datos del/de la interesado/a, la/el funcionaria/o...).