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El Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba reanudó este miércoles el juicio oral contra Jorge Rafael Videla y otros treinta imputados por delitos de lesa humanidad cometidos durante el último gobierno militar.
En tanto, Videla dejó el Hospital Militar, en el que permanecía internado por problemas de salud, y presencia el debate desde la sala de imputados.
Asimismo, el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, continúa internado por problemas de salud.
En tanto, durante la jornada de este martes por la tarde, declararon dos nuevos testigos. A continuación, algunos tramos de sus testimonios:
María Cristina Tobares
"El 24 de marzo de 1976 mi marido iba hacia su lugar de trabajo y unas cuadras antes de llegar le comunican que lo estaban esperando para detenerlo en la fábrica donde trabajaba. Al ser avisado de que lo esperaban y tenían una lista para detener, él se vuelve, y a partir de ese día a la madrugada pasa a la clandestinidad."
"A los pocos meses se fue a Buenos Aires a vivir y yo continué en Córdoba, teníamos una hija de 4 años. Lo fui a visitar en dos o tres oportunidades. El último viaje en el que lo vimos fue en Semana Santa de 1977. Estuvimos con él y luego nos volvimos para Córdoba."
"Yo no tenía la dirección donde vivía, nos encontrábamos en una pensión, y cuando tuve noticias de él fue a través de un diario local. Decía que 16 subversivos habían sido abatidos en Monte Grande por haberse resistido a un allanamiento."
"Me enteré de ésa forma. El diario tenía fecha del 1 de junio de 1977, y decía que estos 16 habían sido abatidos el 24 de mayo de de ese año. A partir de ahí, dejé mi trabajo y me quedé en Córdoba hasta poder salir."
"En el ‘78 pude salir. El ACNUR me dio protección en Brasil. Funcionaban en la curia metropolitana de Sao Paulo, venían una vez por semana. En 48 horas me dieron la protección a mi hija y a mí. Viví allí hasta el regreso de la democracia a la Argentina."
"Sobre mi estado civil, ellos dicen viuda, pero sigo siendo esposa de un desaparecido, no tengo certificado de defunción, no entregaron el cuerpo a sus familiares. Es una pena que no esté este señor Videla, que dijo que no están ni vivos ni muertos, son desaparecidos. Yo quisiera saber, señor juez, cuál es mi estado civil para la justicia. Dicen que habrían sido enterrados en una fosa común y allí habría un cuerpo que era de un ciudadano alemán y sus padres vinieron y se los entregaron. También me dijeron que los restos de la fosa común estarían en el osario."
"Hay dos testimonios de Elena Alfaro, que está en Francia, de que mi marido fue visto cuando lo trasladaban del Vesubio, y que al otro día él y otros aparecen muertos en Monte Grande. Familiares de mi esposo estuvieron a los pocos días en la comisaría de Monte Grande, y le dijeron que se fueran inmediatamente, que iban a correr la misma suerte."
"Mi marido era delegado general de la fábrica. Integraba la mesa de gremios de lucha de Córdoba, y cuando apareció la nómina de los 16 fusilados de Monte Grande, también aparecía otro delegado de aquí de Córdoba, de apellido Fabri. Pero algunos padres no reconocieron a los cadáveres."
"Viví en Campinhas, pero mi actividad fue en Sao Paulo. Ahí me relacioné con la revista Clamor. Nuestro lugar de encuentro era la curia metropolitana, allí estaba la sede del ACNUR, iba el arzobispo Evaristo Arch, Lula, Pérez Esquivel, Madres de Plaza de Mayo. Yo colaboraba con la revista, cuando nos enterábamos de desaparecidos, lo publicábamos."
"Yo generalmente iba los días que estaba los delegados del ACNUR, la colonia de argentinos se acercaba ese día, porque luego viajaba a Río de Janeiro."
"Recuerdo en la Navidad, no sé si fue en serio o en broma, Arch dijo: ‘Me acaba de mandar una nota el Arzobispo Primatesta, pidiéndome que me deshaga de ustedes, que deje de albergar subversivos en la curia’. Nosotros nos quedamos asombrados. Después supimos que era real, que Primatesta le pedía que no albergara subversivos."
"El se llama Nelo Antonio Gasparini, alias El negro."
Carlos Alfredo de la Merced
"A mí me detuvo una comisión policial integrada por entre 6 y 8 personas, en mi lugar de trabajo, en una fábrica metalúrgica, a eso de las 8 de la mañana. Un compañero me avisa que hay una comisión policial en la puerta, y cuando se bajan a la carrera, yo disparo hacia el fondo, a una puerta a la calle paralela. Luego me entero que uno de esos balazos me pega. Pensé que había tropezado, pero era una bala."
"Me pegan. Me llevan a informaciones, mis recuerdos se cruzan. Con uno de esos golpes me quebraron el esternón, y me pusieron al sol."
"Después me llevan a una pieza con una camita de flejes, y me introducen a un tacho, el principio de la tortura propiamente dicha. Quiero hacer una aclaración: cuando los policías entran, yo disparo porque en ése momento en la fábrica había conflictos gremiales, y no sólo por la patronal, sino que sabíamos que existía un programa económico del golpe."
"Sabíamos perfectamente lo que se venía y estábamos tratando de ver cómo podíamos organizarnos. Ya se sabía de los asesinatos de presos con el argumento de la ley de fugas. Se comentaba mucho de los arrojados al Dique San Roque. Sabíamos de los desaparecidos. Yo era delegado y miembro de la comisión interna de la fábrica."
"La tortura fue varios días. Me detuvieron un jueves y recuerdo que el día domingo recién dije cuál era mi domicilio y así lo allanan. En esos días, en los que estuve encerrado en ese cuartito esposado, escuchaba los gritos y el sufrimiento de los presos que estaban allí. Inclusive recuerdo una violación masiva de una de las presas, en la cual participan simultánea y sucesivamente unos seis o siete policías. Yo escuchaba no solamente lo que le pedían que hiciera esta mujer, y lo que le hacían y la forma en que se dirigían a ella. Con bochorno escuchaba lo que le hacían."
"El personal que se manejaba en el proceso de torturas era sumamente voluntarioso para participar de ellas. Cuando decían hay que darle a fulano o a zutano, nadie decía ‘estoy ocupado, o cansado’. En cambio, cuando los enviaban a comprar cigarrillos, no querían ir. La actitud para torturar estaba siempre presente."
"Se destacaba el sargento Gato por su ensañamiento, con la morbosidad con que lo hacía, cantando, ‘de cada amor que tuve tengo heridas, heridas que no cierran y sangran todavía’. Estuve permanentemente vendado, pero a veces la podía soliviatar."
"Con respecto a este sargento Gato, sé que era panzón, porque hasta la panza pude verle, no recuerdo su rostro, la voz parecida a la de Julio Sosa. Estuve unos 20 días en la D2. Una de las situaciones de terror fue la detención del que era miembro de la D2, Urquiza. Recuerdo el nerviosismo, la paliza generalizada que le dan a Urquiza, que le hacían preguntas y se escuchaba que no podía responder por el grado de inflamación que tenía. Después nos encontramos en la cárcel, y vi que estaba herido."
"De Informaciones me trasladan al Campo de la Ribera, y al día siguiente a La Perla, en una suerte de aislamiento, rodeado por biombos de los que se utilizan en la enfermería. No podía ver a los demás detenidos."
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).