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    Declararon este jueves tres testigos en el juicio a Jorge Rafael Videla

    Se trata de Horacio Samamé, Guillermo Puerta y Juan Carlos Niveyro. Fue en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto y otros 30 acusados por violaciones a los derechos humanos. El debate pasó a un cuarto intermedio hasta la próxima semana

    Este jueves declararon como testigos Horacio Samamé, Guillermo Rolando Puerta y Juan Carlos Niveyro, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto, Jorge Rafael Videla, y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante el último gobierno militar.

    A continuación algunos tramos de sus declaraciones:


    Horacio Samamé

    “Fui privado de mi libertad el 12 de noviembre, a las 10 de la mañana, en la escribanía  Martínez, ubicada en el pasaje Muñoz. Cuando voy saliendo de la oficina advertí que un grupo de personas, cuatro o cinco, venían avanzando hacia mí. Yo había sido policía y advertí que venían por mí.”

    “Esas personas me llevaron al D2, sin decir los motivos reales. Se me dijo que eran investigaciones de la Policía y que quería conversar conmigo. Me llevaron de los brazos y de los precintos del pantalón, no toqué una baldosa de la peatonal.”

    “Cuando entré al Pasaje Santa Catalina me di cuenta que íbamos a Inteligencia. Entramos al D2, me pusieron contra la pared, me vendaron, me esposaron. Fui empujado por una puerta vaivén. Se abrió esa puerta y entré a un mundo muy especial."

    “Fui recibido a golpes y allí permanecí entre cinco y siete días. Uno pierde la noción del tiempo. Al principio, uno se tienta por las campanadas de la Catedral, pero después uno pierde la noción del tiempo.”

    “Obviamente estábamos vendados. Recuerdo que en un momento estábamos sentados en el bondi, en unos bancos de cemento, y se acercó una persona, por la voz, estaba al lado de mí, reconozco a un ex compañero del curso de ingreso a la policía, de apellido Argüello.”

    “Esta persona le pregunta: ¿Usted sabe quién soy yo? si usted es Rocha, y lo golpean. Se acerca a mí  y me pregunta lo mismo y yo le dije que no sabía pero recibo un golpe también."

    “Esos días de permanencia en el D2, hubo sesiones de tortura de las más variadas, mojarrita, submarino seco, golpes, interrogatorios. Si tuviese que hacer un relato coherente de ese momento puedo suponer que es lo que se buscaba. La impresión mía era que había un grupo de personas desenfrenadas, sin una metodología, dedicados a golpear a otros."

    “En esos días de permanencia en el D2  tenía la clara percepción que iba a ser muerto. Pensaba que no salía vivo. El trato era bastante cruel."

    “Básicamente se nos interrogaba por supuestamente pertenecer al PRT y conformar una célula infiltrada en la policía de Córdoba. Esto no era así, yo fui policía hasta el año 1974.  A mi primo le dijeron que me diga que me vaya de la policía porque me iban a matar."

    “Yo era policía en la ciudad de Hernando. Mis hermanos me obligaron a renunciar. Yo ingrese a la policía, porque estando en la facultad entro la policía y nos saco a los bastonazos, y pensé como era posible que la policía contara con personas que no estaban capacitadas y entonces pensé porque no entrar a trabajar, entré y me siento orgulloso porque fui un funcionario digno."

    “Hoy en día yo trabajo con un sello y una lapicera y tendré que dar explicaciones a mis clientes si no lo hago bien, yo cuando era policía tenía una 11 45 en la cintura de mi dependía una vida."

    “Siempre entendí que la violencia está regida por principios, Los señores que están sentados a mis espaldas, tienen que saber que yo compartí en una mesa de torturas con dignidad, se asignan el rol de combatientes."


    “Fueron capaces de privarme momentáneamente de mi libertad ambulatoria pero no pudieron conseguir otros objetivos."

    “Hablo de una institución a la que yo pertenecí. Como sociedad se debe tomar conciencia que hay gente que intenta prestarnos un servicio y que ojala lo hagan con la misma dedicación que lo hicimos mis compañeros."

    “No voy a hablar de las torturas, sóolo decir que fui suficientemente torturado, es suficiente."

    “Gómez quería que se supiese que era Gómez. Nosotros estábamos vendados. Yo particularmente trataba de mantener los ojos cerrados  porque me defendía mejor así. Me dio más resultado no saber, no ver cuando venía el golpe, era mejor."

    “Era como una pelotita de juego electrónico que va rebotando por todos lados. Gómez era muy cruel. Se destacaba su descarga emocional. Se identificaba diciendo que con él todo el mundo hablaba, es un mentiroso porque yo no hable."

    “Reconozco al imputado Gómez porque él se identificaba como tal porque el participaba en las sesiones de tortura. Si yo hubiera abierto los ojos todos mis instintos hubieran estado tensos los músculos para resistir el golpe. Yo era un muchacho de 20 años. Hoy soy un hombre de 56. Están las percepciones pero el relato puede ser distinto."

    “Con respecto a la imputada Antón, recuerdo que estábamos en un patio en el D2, esposados, sin comida, nos hacíamos encima y en algún momento no aguante más y pedí agua. La que me da agua es la imputada Antón,  me daba con un latigo o con una soga y me decía traidor."

    “Nosotros estábamos tabicados, con un trapo. Si no se ajusta periódicamente se va aflojando. Los propios movimientos de los músculos de la cara hacen que se desplace. Yo estaba en el piso y de ahí la veo. Era una mujer joven, y conserva las características fisonómicas de la imputada Antón."

    “En una oportunidad me llevaron a una habitación para ser reconocido por una persona."

    “Empezó una golpiza feroz, una de las sesiones de tortura más prolongada. Esa mujer me reconoce. Cobré como en la guerra."

    “Cuando comienza la sesión de tortura uno “está en bolas”, uno no sabe cómo va a ser eso. Yo suponía una capacidad pulmonar. Contaba hasta treinta y ahí decían se nos va,  me levantaban y daba una bocanada de aire. Después de mi sesión de tortura yo no tenía duda de que me matarían matar. Cualquier persona recurre a lo que hay. Yo recé un Padrenuestro."

    “Yo les dije que si me mataban, era una lástima. Yo pedí que si iba a morir que fuera dignamente. Morir con dignidad. Ud. podrá decir que era alucinación, o producto de la tortura o cualquier cosa pero yo escuché alguien que me dijo, yo creo que hablé con Dios- no tengo ninguna duda, y me dijo “vos estás en mis manos, yo decido."

    “Y así pude transitar, con paz, si yo le dije que pasé por las sesiones de tortura y no guardo recuerdo. Casi le digo que controle mis sesiones de tortura. Llegué a transitar un estado de misticismo. Llegué a pensar que si me baleaban, las balas iban a entrar y salir."

    “En el momento que yo estuve detenido le pegan un balazo a Luis Urquiza, en la pierna. Había un revuelo, había gritos, decían se quiso escapar. Era materialmente imposible que una persona se hubiera querido escapar."

    “Llegamos a Campo de la Rivera  muy golpeados. Nos llevaron en un camión militar, soldados y un teniente. Nos tiraron como bolsas de papa."

    “Luis iba con la pierna infectada no había recibido tratamiento. Nos decían que estábamos como Los Pumas, golpeados, porque habían jugado en esos días contra los All Blacks y los habían hecho bolsa."

    “En Campo de La Ribera había un detenido Acosta que era médico. Estábamos sin ropa, yo le lavo el pantalón, y ahí Luis me cuenta que hurgaban en la herida.  Describía la sensación de la sangre. La tibieza de la sangre es algo que no se puede olvidar nunca."

    Lo tiraron en un baño o una cosa así hasta que se lo llevaron. Este muchacho Acosta entiendo yo, que es el que paró esa infección."

    “Acosta era un detenido sin venda. Creo que estaba en otras condiciones  que nosotros. La situación en Campo de la Ribera era otra, más tranquila. No recibí golpes en Campo de la Ribera."

    “El que interrogaba decía que nuestra causa era un puterío de la policía. No recuerdo si firmé algo o no. Tuvimos un Consejo de Guerra en el año 1978."

    “Fuimos llevados de la UP1, la primera vez en muy malas condiciones, al Tercer Cuerpo de Ejército. Allí nos informaron que teníamos un Consejo de Guerra, ingrese a lo que sería el Tribunal y la primera impresión que tuve fue muy extraña. Me hizo acordar a Kafka. Había un estrado muy alto, una bandera argentina y un Cristo."
     
    “Había militares y gente de fuerza, me dicen que había gente armada atrás mío. Yo dije buen día, y me contestaron buen día. Yo pensé: que educados."

    “Tuve un defensor que era un teniente, mi hermano también tuvo un teniente como defensor, él lo conocía del Liceo."

    “Lo concreto es que el Tribunal nos absolvió, y a partir de allí volvimos a la UP1, estábamos a disposición del AREA 311. Nunca pudimos estar a disposición de la Justicia federal, ni el PEN."

    “Las condiciones de traslado cuando volvimos a la UP1 fueron diferentes, ya volvimos sentados. Cambió la actitud de las personas que nos habían llevado primero con medidas de seguridad bastante extremas."

    “El trato fue más correcto, vi por primera vez el Estado. Hacía dos años que no veía movimiento. Recupere la libertad el 8 de agosto de 1978."

    Cruce  la puerta del penal  a las 14.30 hs. Si uno pudiera fijar los hechos más importantes de la vida, cuando uno nace, cuando uno muere. Ese día nos fuimos mi hermano, Arguello y Arnau.  Urquiza quedó un tiempo más”.


    Guillermo Rolando Puerta

    Por la tarde del jueves, declaró el testigo Guillermo Rolando Puerta. Dijo que fue detenido el 30 de octubre de 1976, que volvía a su casa, un departamento sobre calle 27 de abril, casi Cañada, en el centro de Córdoba. Manifestó que venía de las sierras de Córdoba, con varios libros, y que cuando entró lo estaban esperando varios conscriptos y un teniente, todos uniformados. Agregó que tenían detenida a su hermana y a otros tres compañeros de la facultad de Arquitectura; en un Unimog los llevaron a La Ribera, donde fueron golpeados, y luego lo metieron en un baúl y lo llevaron a La Perla. A continuación, parte de su declaración:

    “Recuerdo a Barreiro, que me tomó de los pelos para interrogarme, después de la picana.”

    “Estuve poco tiempo y me volvieron a llevar a La Ribera. Después de diez días me mandaron a la UP1. Fui uno de los últimos presos políticos en abandonar esta cárcel, en 1978. Ese mismo año presencié la visita de la Cruz Roja y recuerdo cómo Barreiro los arengó dentro de la cárcel: ‘Ustedes, que son tan antimperialistas, no pueden aceptar la visita de una multinacional de los derechos humanos’.”

    “Luego pasé por las cárceles de Sierra Chica, Rawson y La Plata.”

    “En septiembre del ‘76 había cerca de cien presos políticos. Me pusieron en el Pabellón 7. En Semana Santa me pasaron al 9. Fui el último en ser trasladado. Ahí me encontré con Porta, que venía de La Perla. Porta me contó que cuando lo interrogaban en La Perla él les dijo que Puerta no tenía nada que ver. Cree que por eso está vivo. A Porta lo volvieron a llevar a La Perla, para hacerle un Consejo de Guerra. Yo continúo en la UP1 hasta que me trasladaron en el ‘78 y casi no quedaban presos políticos en Córdoba.”

    “En septiembre de 1983 me dieron la libertad.”

    “Mi novia aun está desaparecida.”

    “El año pasado declaré en el juicio contra Olivera Róvere y Riveros.”

    “Declaré también en el juicio a las Juntas.”

    “Escribí el capitulo de presentación del informe CONADEP Córdoba.”

    ”Mi madre era geóloga y secretaria de Minería de Catamarca. Por eso tenía contacto con militares, por el uso de explosivos. Así tenía reuniones con militares de Inteligencia.”

    “En mi celda estaba con Oscar Samamé. Era un fumador empedernido.”

    “En total había siete policías en mi celda. Ludueña, Almeida, Urquiza, Ursagasti, Arnau, Argüello.”

    “En La Ribera estuve junto a Braulio López, de los Olimareños.”

    “En el año ’88, ‘89 no me querían entregar el pasaporte. Toqué a algunos senadores y di con mi legajo de la Policía Federal, donde estaba todo el prontuario de Inteligencia, con el sello ‘DTS’: delincuente, terrorista, subversivo.”
     
    “Mientras estuve en La Ribera me pidieron que escriba un informe a máquina sobre el plan económico de Martinez de Hoz. Finalmente no lo escribí. Cuando me sacaron las vendas pude ver a uniformados y civiles.”


    Juan Carlos Niveyro

    Luego declaró Juan Carlos Niveyro. Ex gendarme, llegó a Comandante Principal de Gendarmería y se retiró en el 2007. Niveyro era jefe de una de las secciones y comandaba un grupo de 30 hombres que debían custodiar el perímetro rotativamente cada diez días, fruto del conflicto con Chile. Niveyro integró la delegación que viajó a Minas Pirquitas, provincia de Salta. Fue en noviembre del ‘78, en el marco del “Operativo Reafirmación”.
     
    Manifestó que entre los años 1978 y 1981 cumplió funciones en el Destacamento Móvil 3, con asiento en Villa María. El jefe del destacamento era el Comandante Colegia, dijo. El testigo aseguró no recordar nada más.

    El defensor oficial Marcelo Arrieta, que representa al único gendarme imputado, San Julián, pidió que el testigo indique si la Gendarmería recibía órdenes del Ejército, pero el testigo no respondió. Dijo haber olvidado todo.

    Luego de algunas preguntas, el tribunal ordenó pasar a un cuarto intermedio hasta el próximo 19 de octubre, a las 9.30.


    Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).

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