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El Tribunal Oral Federal Nº 1 de Córdoba resolvió por mayoría rechazar el pedido de recusación planteado contra el juez José María Perez Villalobopor la defensa del imputado Gustavo Alsina, en el marco del juicio oral contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad.
Se trata del pedido realizado por la defensa del ex teniente Gustavo Alsina, acusado en el proceso, contra el Pérez Villalobo, por “parcialidad”.
Alsina había solicitado el pasado miércoles que Pérez Villalobo sea apartado del tribunal, por considerar que “había puesto en duda su imparcialidad” al interrogar a uno de los testigos.
Cabe recordar que, para resolver el planteo, la Cámara Nacional de Casación Penal designó la semana pasada al juez Abel Sánchez Torres, miembro de la Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba, para integrar el TOF Nº1 de esa ciudad junto a los jueces Jaime Díaz Gavier y Carlos Julio Lascano.
La declaración de un nuevo testigo
En tanto, este martes, por la tarde, declaró el testigo Julio Cesar Magrini. A continuación, algunos tramos de su testimonio:
"Había detenidos especiales y detenidos comunes. Los presos comunes tenían un tipo de justicia y los presos especiales tenían otro tipo de justicia".
"Trabajé en el penal desde el año 1958 hasta 1977, que renuncié".
"Hubo una gran diferencia desde que el Ejército empezó a manejar los detenidos especiales. Esa gente estaba sometida a un régimen muy duro. A mí como médico me resultaba muy difícil manejarme. Nos traían al hospital a los detenidos y nosotros los revisábamos".
"Nunca permití que quienes traían los detenidos estuvieran en mi consultorio. No les permití la entrada. Atendía yo solo. No presencié los actos durísimos que ocurrieron en la cárcel, pero sí atendí las consecuencias psíquicas y físicas que sufrió esa gente".
"Psíquicamente, eran las consecuencias que surgían de un régimen que era durísimo. La falta de visitas, la falta de relación con su familia. Por otro lado, de las consecuencias físicas que yo noté les hice una ficha médica o una historia clínica a cada uno".
"Golpes, contusiones, trastornos respiratorios. Fueron detenidos manejados de forma durísima. En la medida en que pude mitigar alguna cosa lo hice, tratando de manejar la relación de ese detenido con su familia, o internándolos para que salgan de esos pabellones. Los traían a la enfermería el personal de Ejército casi diariamente".
"Hubo dos homicidios. Uno el del Dr. Moukarzel y otro de un tal Bauducco. La Penitenciaría es un mundo aparte. Todo se sabe. Estuve quince años trabajando allí. De esa forma me enteré de los dos homicidios".
"Creo que no se interrogaba a los detenidos. Eso es lo que se comentaba en la cárcel. Había mucha relación entre los pabellones. Los presos saben todo".
"Como médico me resultaba doloroso tener que enfrentar esa situación. Me sentía muy mal. De Moukarzel supe que lo estaquearon una noche muy fría y que murió. De Bauducco se dijo que le habían pegado un tiro".
"En el Penal se decía que aquellos presos a los que sacaban con capucha volvían, y los que salían sin capucha no volvían. Los que yo vi una vez salían encapuchados".
"Supe que sacaron presos y no volvieron. Lo supe yo, y lo supieron el Colegio Médico, el Colegio de Abogados, la Iglesia, la prensa. Cuando usted leía el diario el día después veía que ellos se habían querido fugar".
"Yo no vengo a hacer catarsis personal, vengo a ayudar como puedo porque tengo 78 años y esto pasó hace mucho".
"Muchas veces atendí niños, hijos de las mujeres que estaban en un pabellón especial. De cada chico hice una historia clínica. Espero que alguna vez esas historias clínicas salgan a la luz".
"Llevaba una balancita personal para poder pesarlos. Era muy difícil para mí"
"Muchos de los que estuvieron ahí y pudieron salir años después me llamaron para agradecerme por cómo los había ayudado. Al muchacho Brandalisis lo interné muchas veces por problemas respiratorios".
"Nunca fuí amenazado. Ningún detenido tuvo actitudes duras conmigo. Siempre trataron de resguardarme".
"El director del Hospital era el Dr. Candela, y después estaba el Dr. Jorge. Todo el cuerpo médico trató que quienes estaban en esa situación sufrieran lo menos posible. Yo les llevaba noticias a sus familias y tenía miedo".
"A mí me hicieron firmar en una dependencia militar un documento de confidencialidad. Decía que estaba limitado en lo que podía hablar".
"Recurrí ala iglesia, y me dijeron que tratara de ayudar todo lo que pueda. Fue un sacerdote muy amigo mío y además en la Penitenciaría había un capellán".
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).