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Este miércoles, por la tarde, declaró como testigo Graciela Galárraga, en el juicio oral en Córdoba contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla y otros 30 acusados por crímenes de lesa humanidad, cometidos durante el último gobierno militar.
Galárraga fue detenida en abril de 1975. A continuación, parte de su declaración:
“Allanaron mi casa, me vendaron, estuvieron un buen rato y me cargaron a un auto. No sé a dónde me llevaron. Pasaron por el Departamento de Policía de Laboulaye.”
“El que estaba al mando de la patota era Miguel Angel Gómez, alias ‘El Gato’.”
“Me sacaron de la casa a las patadas, me vendaron, me ataron. No sabía, pero escuché ahí mismo que eran el ‘Comando Libertadores de América’. A la madrugada me sacaron de la Policía y me trasladaron. Me hicieron un simulacro de fusilamiento.”
“Después llegamos al Departamento de Informaciones de Río Cuarto. Me tiraron en una celda, estaba toda mojada, me golpearon con cachiporras, me desnudaron. La persona más violenta era Gómez. Daba órdenes a otros de que me golpearan y también lo hacía él. Me traían para firmar declaraciones. En esa situación me llevaron ante el Juzgado Federal de Río Cuarto. Me preguntaron sobre mi militancia. Querían que reconociera que estaba relacionada con el copamiento de la fábrica militar de Villa María.”
“Antes de llevarme al juzgado me pusieron sobre una mesa, sin la venda, y me sacaron fotos rodeada de elementos como folletos, documentación armas, etcétera. No era nada que hubieran encontrado en mi casa.
La causa que me hacen es por tenencia de material subversivo. Declaré ante el juez federal con la gente que tenía alrededor mío en la celda. No recuerdo el nombre del juez.”
“Después me trasladaron al Buen Pastor de Río Cuarto, y de allí me trasladaron al Buen Pastor de Córdoba, unos días antes de la fuga del Buen Pastor. Después de la fuga se produjo el traslado a la UP1.”
“Cuando llegamos al penal teníamos visitas, podíamos ingresar alimentos, había buena relación con el personal del penal. Las compañeras podían tener a su hijos con ellas. Todo esto hasta el golpe militar del 24 de marzo. Ahí cambió la situación para nosotras en el penal. Nos enteramos por radio del golpe.”
“No inmediatamente, pero ingresó personal militar. En la requisa del servicio penitenciario nos sacaron algunas cosas. Los televisores, las radios, algunos libros. Pocos días después empezaron a advertirnos que había que retirar a los niños. Una mañana muy violenta pidieron las llaves de la celda, entraron muchos militares, nos sacaron al patio corriendo, con las manos hacia atrás y la cabeza agachada. Los niños lloraban y se quedaron con las celadoras.”
“Nos hicieron desnudar y ponernos contra la pared. Con las cachiporras y palos nos golpearon, nos hicieron simulacros de fusilamientos. Ahí, en el patio, nos desnudaron con las piernas abiertas, contra la pared, nos manosearon, nos hicieron tacto. Aún algunos niños estaban en el Penal, porque había compañeras cuyos familiares estaban lejos y no los habían podido retirar todavía.”
“Cuando volvimos a las celdas se habían llevado todo. Nos habían dejado lo mínimo e indispensable y lo puesto. No teníamos jabón, no teníamos algodón. No teníamos nada. Éramos mujeres.”
“Después de la requisa, una noche nos sacaron para bailarnos, cuerpo a tierra. La celadora nos dijo que eran los altos mandos. Nos hicieron salir de la celda y nos anunciaron que esto dejaba de ser un ‘liceo de señoritas’ para ser ‘un campo de prisioneros’.”
“Empezaron a entrar sistemáticamente, cada quince o veinte minutos, los piquetes militares, a bailarnos.”
“Había una cuota muy grande de violencia, había golpizas, nos dejaban con las rodillas lastimadas, nos faltaba el aire.”
Mones Ruiz y los cabos Pérez
“Una de esas guardias estaba al mando de un teniente al que nosotros el decíamos ‘El Avispón’. Un ser temido, llegaba siempre acompañado por más gente que atropellaba y golpeaba. Ese ‘Avispón’ era el teniente Mones Ruiz.”
“Una mañana, muy temprano, nos sacaron, nos llevaron al baño a algunas. Estaba el cabo Pérez, le gustaba golpear, manosear a las compañeras, y con otro grupo de gente nos comenzaron a cortar el pelo. A mi me llevaron a las duchas y me pelaron íntegra.”
“Ese día me dijeron que me iban a llevar a las celdas de castigo por haberles contestado. Esa guardia estaba a cargo de Mones Ruiz.”
“En la UP1 había dos cabos Pérez. Uno era de la guardia de Mones Ruiz, era mediano, no demasiado alto, más retacón. Era grotesco, una mezcla de torturado, de bruto y le gustaba manosear a las compañeras. Una noche, este cabo ingresó con otra gente a altas horas de la noche, me golpearon, me tiraron agua. Yo estaba desnuda. Hizo entrar a toda la tropa que estaba con él y me produjo vejaciones, me metieron un portacuchillo de monte en la vagina.”
“Había otro cabo Pérez, más alto, de contextura no grande pero más alto, con otro porte, bien militar, impostaba la voz. Tenía una tonada como puntana, era cruel, era golpeador, era una persona que siempre tenía un discurso para dar. Nos gritaba ‘reclutas’, que nos iba a pisar ‘como bichos’, que nos iba a pisar las cabezas. Que nos íbamos a morir en el fondo de los pantanos.”
“No tenía sobrenombre, era el cabo Pérez. Después escuché que lo habían apodado ‘Jaime Klooner’.”
“El 19 de agosto, cerca de las diez de la mañana, vino a retirar a tres compañeras, a Viviana Avendaño, a Liliana Felisa Páez y a mi. Nos retiraron de la celda, nos ató las manos atrás, con un cable, y nos llevaron corriendo hasta la Dirección del penal. Ahí, el secretario de un juzgado le dijo que estaba absuelta en la causa federal pero que quedaba a disposición del Poder Ejecutivo y del Área 311.”
“Le pedí al secretario si podía contarle las cosas que estaban pasando en la cárcel, pero el secretario no me dejó. No recuerdo quien era el secretario.”
“Este ‘Jaime Kloner’ solía estar en la guardia de Alsina. Este cabo Pérez tenia libertad de ingresar al pabellón muchas veces. Era un torturador que tenía permiso para entrar. Entraba y repartía golpes.”
El capellán del Ejército
“Se presentó el capellán del Tercer Cuerpo de Ejército. Quisimos hablar con él sobre lo que estaba pasando. Habían raleado la comida. Era caldo con cuatro lentejas y un hueso, y te lo escupían adentro.”
“Le planteamos la inseguridad que teníamos. Ya habían sacado por primera vez a Diana Fidelman. Él respondió algo así como ‘algo habrán hecho, tienen que resignarse’.”
“Hay una anécdota. Había una compañera catequista, con una militancia cristiana. Le dijo ‘no se preocupe que si nos cortan el pelo el pelo crece; si nos rompen los huesos, los huesos se arreglan y si nos matan, creemos en la resurrección de los muertos.”
“Tratábamos de no sembrar el pánico, porque podía crearse un efecto dominó. Estábamos bajo el poder de ellos.”
“Fue a guardia de Mones Ruiz, a mi me llevaron al calabozo. Se escuchaba desde el segundo piso. La celda de castigo daba al patio del hospital. Yo estaba en esa celda de castigo. Se escuchaban canciones hasta que de pronto hubo un silencio total y se escuchó que llamaban a Fidelman. Ella hablaba en voz alta y algunas compañeras le dijeron ‘chau Diana’. Al rato sube Mones Ruiz, con gente detrás, y le pregunté qué pasa con Fidelman. Me acuerdo que me contestó: ‘¿Es muy amiga tuya? Porque no la vas a ver más, cuidate porque lo mismo te va a pasar a vos’.”
Vejaciones en el Penal
“Después entró el cabo Pérez con los demás. Yo estaba desnuda. Entraron y me golpearon. Me mojaron, perdí el conocimiento. Amanezco tirada, toda mojada en el piso. Vino la celadora, y le dije que estoy muy dolorida. Pedí un medico. Vino otro militar, un señor mayor, petiso, que abrió la puerta la celda. Lo primero que hice fue lo que nos pedían que hiciéramos: manos atrás, dar la espalda. Me dijo que lo mire de frente. Había olor feo en la celda porque yo tenía una infección, porque me habían metido un portacuchillo en la vagina. Tuvimos una conversación en ese momento y él me dijo que eso no podía ser, que no podían ser militares.”
“Le dije que si y que nunca me hubiera imaginado que pudieran cometer actos tan atroces. Llamó a un médico y el médico le dio un listado de cosas para comprar, para empezar a curarme. Que cuando empezara a medicarme y estuviera más higienizada me iban a trasladar a mi celda.”
“Esa misma noche, con ese silencio, se oyó un sonido cercano de ráfaga de tiros. A la mañana me enteré que habían matado a Fidelman, cerca del penal.”
“Después la sacaron a Tati Barberis y Mirta Abdón. Pasó más desapercibido lo de Tati, por la resistencia de Mirta Abdón. La llevaron a la rastra porque no quería salir. No volvieron nunca más.”
El estaqueamiento de Charo Muñoz y de Moukarzel, un solo recuerdo
“Entró el teniente Alsina, corriendo. Pidió a la celadora la llave de la puerta. Pidió por mi diciendo: ‘Hoy voy a estaquear a alguien. Galárraga, hoy la voy a estaquear a usted’. Le pregunté por qué y el me dijo ‘porque a mi se me antoja’.”
“Subí a las celdas de castigo. Estaba Zulema Alvarez como celadora y le pregunté qué hago. Me dejó ahí, con la puerta semiabierta. Me dijo: ‘No te hagas problema, porque creo que las quiere asustar nomás, porque la subió a ver a Rosario Muñoz’.”
“Escuchamos los golpes en el patio, estaban clavando estacas. La celadora se puso más nerviosa. Vino el teniente Alsina, me dijo que salga y detrás de mí vino bajando María del Rosario Miguel Muñoz. Bajamos las escaleras para ir al patio, las estacas ya estaban. Había otro grupo que nos llevó corriendo. Pusieron en las estacas a ‘Charo’ Muñoz y a mi me comenzaron a hostigar para que le tire agua. Fue un momento muy duro. Tratamos de gritar para que nos maten a las dos en ese momento. Gritaba y gritaba para que me escucharan los presos comunes. Alsina estaba ensañado con que yo le tirara agua. Tiré el balde y me hicieron traer un balde con cal, para que pintara el murallón de bloques de cemento.
“Alsina venía, tiraba agua y se iba. Había dejado a alguien ahí en ese momento, creo que lo llamaba ‘dragoneante’.”
“Durante muchos años concentré este episodio relacionado con otra estaqueada que ocurrió después, la estaqueada de Moukarzel. Durante muchos años mi memoria concentró la estaqueada de ‘Charo’ Muñoz y la de Moukarzel. Me ha costado mucho separar estos hechos en tiempos distintos. Me cuesta mucho hablar de esto.”
“Alsina otra vez me sacó a ver a Moukarzel. Lo sostenían dos penitenciarios.”
“Me golpeaba la cabeza contra la pared para borrar la imagen de lo que había visto. Es la primera vez que me pasó en mi vida, de poder entender ese paso que hay entre la locura y volver a la realidad. Y que a esas personas no las estaba viendo y que no las escuchaba quejarse más.”
“Los quejidos de Moukarzel se escucharon toda la tarde. A la noche no se escucharon más y creo que se lo llevaron.”
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).