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Ante el Tribunal Oral Federal N° 1 de Córdoba, este miércoles declaró Daniel Roberto Juez como testigo en el juicio oral contra el ex presidente de facto Jorge Rafael Videla, el ex comandante Luciano Benjamín Menéndez y otros 29 acusados por crímenes de lesa humanidad cometidos en esa provincia durante el último gobierno militar.
Durante la audiencia, Juez -de 62 años, comerciante- dijo reconocer a Videla y Menéndez por ser personas públicas y a Mirta Antón, Miguel Angel Gomez y Calixto Flores, por haberlos visto en la televisión.
El testigo dijo que fue detenido el 19 de agosto de 1975, a las 22.30, en su casa, por personal de civil armado, junto a Julio César Ramírez, su ex esposa, su suegra y dos hijos. A continuación, parte de su declaración:
“Un señor, que se identificó como ‘El Chato’, me dijo: ‘De ésta no salís más. Mirame que no te tengo miedo’. Era morocho, más bien petiso. Después le dijo a un tal ‘Chocolate’ que me lleve al auto.”
“Fui a parar a un lugar, que después supe que era el D2. Me di cuenta por la campana de la Catedral.
Me dejaron un tiempo en un patio y comenzó el interrogatorio, que me lo hizo una persona que tenía una voz gruesa y un perfume muy particular. Me preguntó por mis actividades y por las armas.”
“Llego a suponer que una cosa era el equipo que me pegaba y otra era la persona que me interrogaba. Siempre la misma. Después me entero que se llamaba Tissera.”
“Había un tipo que decía a lo llamaban ‘Perrota y no me tocan las botas ni bailando’, y pegaba patadas en el suelo.”
En la UP1
“Dependía del Juzgado Federal N° 1. Me vio un médico, que constató los golpes y heridas. A partir del 24 de marzo, empiezan a no llevarnos al médico. Se modificó el trato.”
“Vino una requisa, que creo que era de Gendarmería. Nos sacaron al patio y mientras pasábamos por el pasillo éramos violentamente golpeados. Cuando volvimos a la celda no quedaba nada. Nos rompieron la ropa, nos habían clavado a las ventanas, nos quitaron las radios, todo.”
“A la mañana un empleado del penal me llama ‘Juez, adelante’. Ahí había personal militar, uno con uniforme con grado de Teniente, de tez clara y bigote, con casco. Me pidió que le diera mi nombre y apellido y me preguntó por qué estoy ahí. Le dije que por peronista y me contestó: ‘Ahora le vas a contar que sos peronista a los angelitos’.”
“Me sacaron, me pusieron contra la pared, me colocaron una capucha y me metieron en un auto.”
De nuevo en la D2
“Me trasladaron de nuevo a la D2 y comenzó a interrogarme la misma persona de antes. Me dijo ‘ahora vas a cantar todo’.”
“Otra vez fui torturado, tabicado, golpeado e interrogado. Ahí es donde vi a una persona que lo llamaban ‘Tucán’, quien me llevó para que firme unos papeles, que serían una especie de declaración.”
“Supe que era Yanicelli, porque años después lo vi en una conferencia de prensa en un tema de drogas.”
“Una mañana nos llevaron a un lugar en donde había un vacío total. Había ahí un muchacho que estaba muy dañado. Era Bartoli, porque ellos decían ‘Bartoli estaba hecho de goma’.”
“Después escuchamos unos disparos y nos enteramos que habían matado a varios más. Después obligaron a otros a limpiar la sangre.”
“Estando en Sierra Chica, me llegó un pedazo de papel del diario Clarín de 1976, en donde se narraba la muerte de unas personas que habían intentado escaparse de la D2. Los otros que murieron con Bártoli habían sido Irasuzta y Chiavarini.”
El regreso a la UP1
“Después nos llevaron de nuevo a la cárcel, con el negro Morcillo, vendados y esposados. Nos recibió personal militar armado, que nos llevó a los pabellones.”
“En ese tiempo ya había personal militar armado dentro del penal.”
“Una vez uno nos dijo: ‘Ustedes son la aceituna del copetín que me voy a comer esta noche’. Allí comenzaban a golpearnos y a hacernos bailar, siempre insultándonos con relación a nuestras convicciones políticas.”
“Uno tenía un emblema de paracaidista y el otro era petiso.”
“Había una persona con uniforme militar, alto, de bigotito negro, que siempre caía justo a la hora de comer. Asomaba la cabeza y nos gritaba: ‘¿Está rico el morfi?’ Teníamos que contestarle ‘si, señor’. Entonces gritaba ‘¡cuerpo a tierra!’ Y no podíamos comer más.”
“El día de la requisa que lo mataron a Bauducco, esta persona, que le denominaban ‘Perro’, arrubiado, de bigote, recibía a los presos que iban saliendo al patio a los gomazos.”
“Nos sacaron de la fila con nombre y apellido. Me tuvieron largo tiempo con ‘cuerpo a tierra’, ‘salto de rana’, diciéndome ‘apátrida’ y a los gomazos’.”
“Nos ponían contra la pared y nos iban preguntando por qué estábamos presos. Cuando alguien contestaba algo que no les gustaba lo golpeaban.”
Informe: Natalia Brusa (Cámara Federal de Apelaciones de Córdoba) y José Ferrer (Tribunal Oral Federal Nº1 de Córdoba).