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Norberto Oyarbide tiene a su cargo el Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal nº 5 de la Capital. Por sus manos pasan las causas más complejas y resonantes de los últimos tiempos, como la investigación por los medicamentos adulterados y las escuchas ilegales. El trabajo de instrucción sólo en estos dos expedientes es intenso y constante. Sin contar con el resto de las investigaciones que tienen lugar en el juzgado ubicado en el tercer piso de los tribunales de Comodoro Py.
El juez viene reclamando al Consejo de la Magistratura que le asignen más espacio en el mismo edificio o en otro, acorde con el volumen y la complejidad de las investigaciones que lleva adelante. Sin embargo, no obtiene respuesta.
Hoy, transitar por los pasillos de su juzgado es una tarea imposible. Hay que esperar turno, sólo para caminar por allí.
Así, con muchísima amabilidad, los empleados, funcionarios y el propio Oyarbide ceden el lugar para que los efectivos de la Policía acomoden a los detenidos que aguardan ser indagados.
Los detenidos miran con rareza el panorama: cajas amontonadas con pruebas y cuerpos de expedientes se acomodan en cualquier rincón que parezca más o menos libre. Para llegar al despacho del juez, a la mesa de entradas o a las oficinas de los secretarios, hay que esquivarlas, con muchisimo cuidado de no alterar el orden en que están apiladas. Con una mirada rápida, uno puede encontrarse con cassettes que contienen las escuchas de la causa por la que están detenidos, por ejemplo, el ex subcomisario Jorge "Fino" Palacios o el ex funcionario del gobierno porteño Ciro James.
En otro rincón, detrás o debajo de los escritorios o en estantes que mandó a construir el propio Oyarbide, reposan las cajas con cientos de medicamentos que integran la prueba en la investigación que involucra, entre otros, al Secretario General de la Asociación Bancaria, Juan José Zanola.
Las pruebas, que deberían ser resguardadas de cualquier ingerencia extraña, están a la vista (y a la mano) de los imputados y de sus abogados. Cajas de cartón o plástico, bolsas de residuos, todo vale para guardar fojas, pruebas y elementos confiscados en el marco de la instrucción
Un viernes, al mediodía, cuando tienen lugar las indagatorias por la causa de adulteración de medicamentos, el Centro de Información Judicial recorrió el juzgado de Oyarbide. Mientras intentábamos captar las imágenes, dos de los imputados que aguardaban ser indagados esperaban en el pasillo que algún empleado cediera su silla para declarar. Es que las sillas no sobran y hay que esperar que alguien libere alguna para acomodarse.
Lo mismo sucede si uno intenta aspira a trasladarse dentro del juzgado. El espacio es tan reducido que es imposible que circulen dos personas al mismo tiempo por el mismo pasillo. Nuevamente, hay que aguardar con una sonrisa que el otro pase (o pasar uno primero si está apurado y olvidarse de las formalidades).
Por ahora, el juzgado sigue siendo uno de los más productivos del fuero. ¿La clave? Muchísima voluntad de los empleados, los funcionarios y el juez.
Maria Bourdin
mbourdin@csjn.gov.ar